martes, marzo 18, 2003
Surrealismo
Nunca me había animado a poner por escrito la surrealista experiencia que me supuso el reservar entradas para la visita a la Alhambra durante la RAM de Granada del año 2000.
Tenía que reservar entradas para 60 personas. Conseguí el número de teléfono a través de la web del patronato, y llamé, lleno de animosa determinación.
- Patronato de la Alhambra, le atiende Loli, ¿en qué puedo ayudarle?
- Sí, mire, era para reservar unas entradas.
- Uy, entonces tendrá que llamar al teléfono de reservas.
- Ah.
- ¿Desea algo más?
Reprimí el deseo de mostrarme sarcástico y decir “básicamente, que me des el número, Loli querida”. Si esto me hubiese pasado ahora, a lo mejor habría dicho “no, es que estoy intentando descubrir el número por telepathy, ¿hay algien con sensitividad en la oficina?”. Pero no, mi fe en el género humano seguía casi intacta, y dije un simple “el número, por favor”. Llame al número que me dio Loli.
- Alhambra reservas, le atiende Rafi, ¿en qué puedo ayudarle?
- Sí, mire, era para reservar unas entradas.
- ¿Para que día?
- El seis de diciembre.
- Uy, es festivo.
- Lo sé.
- Mmmmm...uy, sólo me quedan para entrar a las nueve y media.
- Bueno, es muy pronto, pero nos conformaremos.
- Vale, ¿cuántas necesita?
- Sesenta.
- Uy, no, entonces tendrá que llamar al teléfono de reservas de grupos.
Inspiro y contengo el bufido que pugnaba por salir. La pobre Rafi debió notarme algo irritado, porque, en una alarde de amabilidad, me dice:
- ¿Quiere que le dé el número?
- No se moleste, iré probando combinaciones de nueve números al azar hasta que dé con la correcta
- Uy, perdón, ¿cómo dice?
- No, nada, que me lo dé si es tan amable.
Previendo que la cosa va a ser complicada, me tomo un respiro para ir al baño y tomarme una cocacola antes de la siguiente fase.
- Alhambra agencias, le atiende MariNieves, ¿en qué puedo ayudarle?
Alarmas encendidas. Eso de “Alhambra agencias” suena fatal.
- Sí, mire, era para reservar unas entradas.
- ¿De qué agencia me llama?
- No, mire, es que yo soy un particular.
- Uy, no, los particulares no pueden reservar entradas de grupo.
- Pero mire, yo es que represento a una asociación, y queremos visitar la Alhambra durante nuestra reunión anual y...
Me interrumpe.
- Ya, si yo lo entiendo, pero tendrá que hacerlo a través de una agencia.
- Se ha dejado un “uy”
- Uy, sí, lo siento. Si no le importa, lo digo ahora. Uy.
Me resulta imposible convencerla. Medio desesperado, acudo a la agencia donde normalmente encargaba mis vacaciones o algún viaje de empresa.
- Lusitania Viajes, le atiende Conchita, ¿en qué puedo ayudarle?
Supero la sensación de deja vu y le explico la situación a Conchita, que consigue dejar de reir a los tres minutos y medio.
- Lo mejor es que te dé nuestro código de agencia y tú mismo haces la reserva.
- Gracias, Conchita, eres la mejor. Y gracias también por no decir “uy”
- ¿Cómo dices?
- No, nada, cosas mías.
Vuelvo a llamar.
- Alhambra agencias, le atiende Sonia, ¿en qué puedo ayudarle?
Me decepciona no poder hablar con MariNieves.
- Sí, mire, era para reservar unas entradas.
- ¿De qué agencia me llama?
- Lusitania Viajes. Código L de Leon, U de Uy, S de Sevilla, Cero Ocho Cero Cuatro Dos.
- ¿Para qué día?
- Seis de diciembre
- Uy, es fiesta.
- Lo sé
- Mmmm...uy, sólo me quedan para entrar a las nueve y media
- Sí, vale, ME LAS QUEDO.
- ¿Cuántas entradas?
- Sesenta.
- Uy, el sistema sólo me permite reservar de veinte en veinte.
- Bueno, no pasa nada, ¿no?, lo hacemos tres veces
- Pues sí, pero, uy, tendrá que hacer tres llamadas, el sistema no me deja hacer tres pedidos con la misma llamada
- A ver, Sonia, corazón, ¿me estás diciendo que tengo que llamar, reservar 20, colgar, Y HACER LOS MISMO DOS VECES MÁS?
- Me temo que sí, señor, uy, es que el ordenador está programado así.
No consigo sacarla de ahí. Reservo las 20, cuelgo con brusquedad, pillándome un dedo en el auricular. Llamo.
- Alhambra agencias, le atiende Maite, ¿en qué puedo ayudarle?
- Hola, Maite, figura, es para reservar unas entradas.
- ¿De qué agencia me llama?
- Lusitania Viajes. Código L de Loquitometenéis, U de Uy, S de Sevilla, Cero Ocho Cero Cuatro Dos
No me sorprendo cuando Maite me dice que no puedo reservar más de veinte cada vez....así que repito el proceso (esta vez sin pillarme el dedo)
- Alhambra Agencias, le atiende Sonia, ¿en qué puedo ayudarle?
- ¡Soniaaaaa! ¡Encantooooo! ¡Cuánto tiempoooo! Anda, resérvame veinte más, L de Laputamadrequeparioalquediseñóelprograma, U de undiadeestosalguienconmenospacienciaqueyoosvaaponerunabomba y S de suertequeyaeslaultimavezquellamo
Sonia no parece notar la ironía, porque toma nota concienzudamente.
- Tome nota, la referencia de las entradas es LKFTDFBV58459JDFJKR5IU. No se olvide de ella, o en la taquilla no le entregarán las entradas.
Bien, de acuerdo, lo he novelizado un poco, pero eso es más o menos lo que pasó. Por cierto, perdí la referencia. Suerte que se me ocurrió dar una copia a alguien más responsable y menos alterado que yo.
Nunca me había animado a poner por escrito la surrealista experiencia que me supuso el reservar entradas para la visita a la Alhambra durante la RAM de Granada del año 2000.
Tenía que reservar entradas para 60 personas. Conseguí el número de teléfono a través de la web del patronato, y llamé, lleno de animosa determinación.
- Patronato de la Alhambra, le atiende Loli, ¿en qué puedo ayudarle?
- Sí, mire, era para reservar unas entradas.
- Uy, entonces tendrá que llamar al teléfono de reservas.
- Ah.
- ¿Desea algo más?
Reprimí el deseo de mostrarme sarcástico y decir “básicamente, que me des el número, Loli querida”. Si esto me hubiese pasado ahora, a lo mejor habría dicho “no, es que estoy intentando descubrir el número por telepathy, ¿hay algien con sensitividad en la oficina?”. Pero no, mi fe en el género humano seguía casi intacta, y dije un simple “el número, por favor”. Llame al número que me dio Loli.
- Alhambra reservas, le atiende Rafi, ¿en qué puedo ayudarle?
- Sí, mire, era para reservar unas entradas.
- ¿Para que día?
- El seis de diciembre.
- Uy, es festivo.
- Lo sé.
- Mmmmm...uy, sólo me quedan para entrar a las nueve y media.
- Bueno, es muy pronto, pero nos conformaremos.
- Vale, ¿cuántas necesita?
- Sesenta.
- Uy, no, entonces tendrá que llamar al teléfono de reservas de grupos.
Inspiro y contengo el bufido que pugnaba por salir. La pobre Rafi debió notarme algo irritado, porque, en una alarde de amabilidad, me dice:
- ¿Quiere que le dé el número?
- No se moleste, iré probando combinaciones de nueve números al azar hasta que dé con la correcta
- Uy, perdón, ¿cómo dice?
- No, nada, que me lo dé si es tan amable.
Previendo que la cosa va a ser complicada, me tomo un respiro para ir al baño y tomarme una cocacola antes de la siguiente fase.
- Alhambra agencias, le atiende MariNieves, ¿en qué puedo ayudarle?
Alarmas encendidas. Eso de “Alhambra agencias” suena fatal.
- Sí, mire, era para reservar unas entradas.
- ¿De qué agencia me llama?
- No, mire, es que yo soy un particular.
- Uy, no, los particulares no pueden reservar entradas de grupo.
- Pero mire, yo es que represento a una asociación, y queremos visitar la Alhambra durante nuestra reunión anual y...
Me interrumpe.
- Ya, si yo lo entiendo, pero tendrá que hacerlo a través de una agencia.
- Se ha dejado un “uy”
- Uy, sí, lo siento. Si no le importa, lo digo ahora. Uy.
Me resulta imposible convencerla. Medio desesperado, acudo a la agencia donde normalmente encargaba mis vacaciones o algún viaje de empresa.
- Lusitania Viajes, le atiende Conchita, ¿en qué puedo ayudarle?
Supero la sensación de deja vu y le explico la situación a Conchita, que consigue dejar de reir a los tres minutos y medio.
- Lo mejor es que te dé nuestro código de agencia y tú mismo haces la reserva.
- Gracias, Conchita, eres la mejor. Y gracias también por no decir “uy”
- ¿Cómo dices?
- No, nada, cosas mías.
Vuelvo a llamar.
- Alhambra agencias, le atiende Sonia, ¿en qué puedo ayudarle?
Me decepciona no poder hablar con MariNieves.
- Sí, mire, era para reservar unas entradas.
- ¿De qué agencia me llama?
- Lusitania Viajes. Código L de Leon, U de Uy, S de Sevilla, Cero Ocho Cero Cuatro Dos.
- ¿Para qué día?
- Seis de diciembre
- Uy, es fiesta.
- Lo sé
- Mmmm...uy, sólo me quedan para entrar a las nueve y media
- Sí, vale, ME LAS QUEDO.
- ¿Cuántas entradas?
- Sesenta.
- Uy, el sistema sólo me permite reservar de veinte en veinte.
- Bueno, no pasa nada, ¿no?, lo hacemos tres veces
- Pues sí, pero, uy, tendrá que hacer tres llamadas, el sistema no me deja hacer tres pedidos con la misma llamada
- A ver, Sonia, corazón, ¿me estás diciendo que tengo que llamar, reservar 20, colgar, Y HACER LOS MISMO DOS VECES MÁS?
- Me temo que sí, señor, uy, es que el ordenador está programado así.
No consigo sacarla de ahí. Reservo las 20, cuelgo con brusquedad, pillándome un dedo en el auricular. Llamo.
- Alhambra agencias, le atiende Maite, ¿en qué puedo ayudarle?
- Hola, Maite, figura, es para reservar unas entradas.
- ¿De qué agencia me llama?
- Lusitania Viajes. Código L de Loquitometenéis, U de Uy, S de Sevilla, Cero Ocho Cero Cuatro Dos
No me sorprendo cuando Maite me dice que no puedo reservar más de veinte cada vez....así que repito el proceso (esta vez sin pillarme el dedo)
- Alhambra Agencias, le atiende Sonia, ¿en qué puedo ayudarle?
- ¡Soniaaaaa! ¡Encantooooo! ¡Cuánto tiempoooo! Anda, resérvame veinte más, L de Laputamadrequeparioalquediseñóelprograma, U de undiadeestosalguienconmenospacienciaqueyoosvaaponerunabomba y S de suertequeyaeslaultimavezquellamo
Sonia no parece notar la ironía, porque toma nota concienzudamente.
- Tome nota, la referencia de las entradas es LKFTDFBV58459JDFJKR5IU. No se olvide de ella, o en la taquilla no le entregarán las entradas.
Bien, de acuerdo, lo he novelizado un poco, pero eso es más o menos lo que pasó. Por cierto, perdí la referencia. Suerte que se me ocurrió dar una copia a alguien más responsable y menos alterado que yo.