martes, marzo 18, 2003

MI AMIGO EL HOMBRE (I)

“He llegado a la conclusión de que si eres hombre y blanco, te has de sentir culpable”
F. P. M. (1966-¿?)

Y yo diría más; cuando eres mujer tampoco lo tienes tan bien. Actualmente, hay tres bandos muy opuestos en los que colocarte. El grupo A son las mujeres, vamos a decir, “Clásicas”, tipo mi madre. Mujeres que opinan que el hombre debe mandar, que es normal y necesario que tenga amantes, etc. No hace falta que me extienda. Todos conocemos algunas así. El grupo B son las mujeres “Feministas” (este calificativo, en realidad no es correcto y muchas podrían ofenderse y con razón, pero les pido una pequeña licencia, para que nos entendamos). Son mujeres que ven al hombre como al enemigo. El ser que está agazapado esperando su oportunidad para volver a someternos como antaño, al que no se le debe permitir ninguna licencia, y al que, a la mínima que sospechemos que se cree que tiene el control hay que darle fuerte con el mortero. Por último, a las mujeres del grupo C las llamaremos “Maternales”, aunque bien podrían llamárseles “Mixtas”, por tratarse de una degeneración de los otros dos. Si las “Clásicas” son el estandar en la generación de mi madre, las “Maternales” son el estándar en mi generación. Éstas son las que vigilan al hombre como las “Feministas” pero les consienten con la misma resignación que las “Clásicas”. En mi opinión este comportamiento es más propio de una madre con su hijo pequeño, que de una esposa con su marido.
Estos nombres que he puesto a estos grupos, lo creais o no, son muy lights. Popularmente, os sonará más si os digo que lo que he llamado mujeres “Clásicas” son las conocidas mujeres machistas, chapadas a la antigua, etc. Las “Feministas” (a las que he descrito) son más conocidas como “marimachos” o, más suavemente, feministas radicales. Y las de la categoría “Maternal” o mixta, no se las conocía englobadas en ningun grupo, puesto que son consideradas las normales, el término medio.
Cierto es que están en el término medio. Y también se pueden considerar normales, si entendemos como normal lo mayoritario. Por eso, como ahondar en las “Clásicas” y en las “Feministas”, está ya muy manido, y es muy fácil, me voy a centrar en las “Maternales”. Las “normales”.
Para plasmar perfectamente bien, lo que pienso al respecto, nada mejor que unos cuantos ejemplos (ya que me voy a ganar unas cuantas enemistades en cuanto se publique esto, al menos, que sea por lo que digo, y no por lo que creen que digo). En los siguientes ejemplos todos los nombres son inventados y no se corresponden con la realidad.

EJEMPLO Nº 1: La parienta.
Frase utilizada: “Me voy ya que si no la parienta...”
· Situación a: El hombre se encuentra en una reunión social y tiene que marcharse antes de lo que desearía. Se recurre a esta frase y la concurrencia responde con comprensión. Este caso se encuentra en la cima de la respetabilidad. Ellos le miran con expresión como de hermanamiento y ellas envidian a la mujer que le ha enseñado tan bien.
· Situación b: Es muy similar a la “a”, sólo que la esposa está presente. El marido recurre a la misma frase, pero esta vez señalándola a ella. La concurrencia le vuelve a mostrar los mismos gestos, pero los femeninos van dirigidos a ella, en clara muestra de enhorabuena. La esposa se marcha más ancha que alta, orgullosísima por lo bien enseñado que tiene a su marido.
· Situación c: Generalmente, no está la esposa presente. El hombre dice esta socorrida frase, pero... ¡Es falso!. En realidad, el tío quiere largarse por las razones que sean y pone de excusa a la mujer. Tras un caso como este, se oculta, por lo general, un matrimonio, del que se podría aplaudir mucho, pero que debería revisar su círculo de amigos. Si la esposa está presente ya no se utiliza esta frase, sino la de: mi mujer está cansada, no se encuentra bien, etc., y ya se sale de la cuestión que nos ocupa.



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